Estos últimos días están sucediendo cosas que a uno le dejan perplejo, muy perplejo; pero como siempre en este país, no pasa nada, no hay nada que hacer.
Las épocas de crisis, antes se decía periodos de guerra, el ser humano se manifiesta en su versión más original, algunos dirían más animal, en fin, que la esencia humana se manifiesta en mayor grado.
Esta esencia suele estar marcada por la necesidad, lo imperativo, la elección se hace más necesaria que nunca, o tu o yo.
Resulta, que la crisis financiera, económica, prefiero definirla socio-económica, incluso me atrevería a decir ideológica, desdel punto de vista humanista, del hombre, lo está transformando todo.
Vivimos, en teoría, siempre en teoría, en unos países que se rigen por unas constituciones, repito, constituciones, en los que un concepto, muy en desuso, la soberanía popular, rige la estructura y la redacción e interpretación de dichas constituciones.
Aparentemente desde la revolución francesa, la soberanía popular se sustituyó, al interés partidista de la aristocracia que todo controlaba y todo decidía. El amigo Hobbes, preparo el terreno ideológico para impulsar el sujeto de la soberanía popular, como base de los futuros estados y de las futuras sociedades, y 200 años después se consiguió.
Pero, ¿que se ha hecho de dicha soberanía popular? ¿Aun existe? ¿Donde está?
Como recodaba siempre mi profesor Farinelli, el concepto clave es el “mimetismo”, la apariencia, en fin, el engaño, con clase, pero el engaño.
Estos días estamos viviendo, situaciones, procesos, que ponen en entredicho los postulados del maestro Hobbes. La soberanía popular esta pasando a un segundo plano, o incluso diría que esta desapareciendo.
En Grecia, en Italia, saben de lo qué hablo. La soberanía popular recae en la voluntad del pueblo a la hora de hacer unas votaciones, en la papeleta que se deposita en la caja electoral. Esa es la base de la soberanía popular, esa es la máxima, máxima expresión del pueblo, la voluntad, lo que uno quiere.
Este acto, el hecho de votar, que con el tiempo se va banalizando, tiene mucho de simbólico y de ideológico, aunque no lo parezca.
Uno puede ser rojo, azul, de izquierdas, de derechas, de centro, pero nada ni nadie le impide poder expresarse democráticamente con la votación en una contienda electoral. Puedo estar a favor o en contra del personaje publico elegido, me puede gustar más o menos, pero si lo elige el sufragio universal, solo queda el todopoderoso, Dios, llámese como se quiera, que lo pueda impedir.
Pero, ¿Qué tiene que ver el mimetismo con la soberanía popular?, pues que lo que esta sucediendo en Italia, en Grecia es una cosa muy peligrosa. ¿Cuál?
Pues que la voluntad popular, la susodicha soberanía popular, esta siendo mimeticaza por unos intereses, los intereses de los poderes financieros. ¿Está la voluntad financiera, los mercados, provocantes de la caída del Berlusconi eterno, por encima de la soberanía popular que lo ha elegido? pues se ve que si, aunque quien conoce bien Italia, sabe que tutto è possibile.
La voluntad de un broker vale más que el voto de un ciudadano, este es la conclusión que se podría sacar después de una semana muy volátil.
Corren tiempo difíciles, mas diría yo peligrosos, porque los precedentes, y lo que esta sucediendo en Italia, nos demuestran dos cosas; que la monetización de la condición humana es cada vez más evidente y exagerada, y que el sueño europeo esta muerto y enterrado.
La geopolítica del euro esta acabando con la geopolítica de la Unión Europea; Italia país fundador de la idea de Europa esta sucumbiendo, sin que nadie haga nada.
Recordemos que la diferencia entre la economía y la sociedad, entre el poder financiero y la sociedad, no es otra que la moral. En el templo de la economía, la bolsa, no hay moral, hay quien compra y quien vende, y ya está.
Perplejo uno se queda, cuando los bancos utilizan la soberanía popular para inyectarse dinero publico, y hacen caer a la soberanía popular cuando ya no les interesa, en fin, que todo vale.