No han pasado ni dos meses de la constitución del nuevo gobierno central que ya empiezan las polémicas territoriales.
No se sabe si estas polémicas territoriales sirven como cortinas de humo para despistar la atención de la opinión pública. Quizás la voluntad es enfrentar territorios del estado, la eterna cuestión de España, para desviar la atención de las reformas laborales o reestructuraciones económicas.
Como buenos geógrafos, hay que tomarse todo al pie de la letra y entraremos a analizar las consecuencias y las voluntades geopolíticas que se esconden tras las afirmaciones de la ministra de Fomento.
Corredor central, corredor atlántico, corredor del mediterráneo, cada uno que se quede el suyo. La ministra juega al despiste. En menos de 48 horas viaja a Barcelona para ver la estación del AVE de la Sagrera, y aprovechando el viaje, otras infraestructuras de Catalunya. Nadie dice nada sobre la opinión de la ministra al respecto de sus voluntades por y a favor del corredor mediterráneo, dando por descontado, de que era segura la realización de dicho proyecto.
Pero el punto de vista condiciona la visión de conjunto. No es lo mismo la óptica centralista de y desde Madrid, que la periférica realidad territorial de Catalunya en particular y de la costa mediterránea en general.
El nuevo gobierno apuesta por la confusión territorial entre regiones españolas. Argumentando que con una infraestructura estratégica, como lo es la del corredor del mediterráneo, se puede favorecer una región sobre otra, ¿qué sucederá pues, si se hace el corredor central?¿no se favorece a otra región?
Los argumentos que se utilizan son muy superficiales y demagógicos. Ya no se trata de una visión centralista del territorio, se trata simplemente de una visión política de España, una de tantas.
Con la crisis del sistema florece de manera determinante la dimensión política del territorio. Cada región española defiende su geopolítica, su dimensión y su vocación territorial, y una realización de una infraestructura determinante, como el corredor transeuropeo del mediterráneo, es geopolítica pura.
Cada región y su correspondiente sociedad civil debieran poseer un modelo y unos argumentos geopolíticos actualizados. Sin ello un territorio pierde cualquier posibilidad y cualquier oportunidad de presente y de futuro.
Desde Catalunya, más necesariamente que nunca, se necesita corresponder a la visión centralista del territorio catalán con un modelo propio.
Una geopolítica catalana es necesaria, defender Catalunya como es, como se quiere ser, y hacer frente a todos los ataques geopolíticos que ponen en peligro el modelo, el país, la nación.
Sumar fuerzas para ser más fuertes. Ante la globalización, y ante su cara más amarga, la crisis global que sufrimos, si no se posee un modelo geopolítico propio, se condena al territorio a las fuerzas centrifugas.